lunes, 9 de octubre de 2023

El Círculo de la Patria Sangrante

 



Se encontró dormido en la costa
donde había un cangrejo muerto
que lo miraba atentamente
reprochándole su pereza
Enrique Molina

 

 

Mientras el Guerrero se gesta
en un limbo, dormido,
las chimeneas agotan el oxígeno
de jóvenes abuelos de nietos no nacidos,
estancados ante las voces y caras
del ejército de humo que avanza voraz
con palabras que perdieron su forma
y ya son barullo -nada más- cubriendo
el metal extraído de mares talados
que resuena en cajones de gruesas bóvedas,
donde el oxígeno importa poco,
y los ríos quemados en billetes helados, 
poco más.


Mientras remolonea en el fango
bajo la sombra del Árbol Fantasma,
en espera de un sueño que le enseñe
el derrotero hacia la espada en las ruinas
y la coraza contra la baba verdosa
de mezquinos Cuervos cuadrúpedos,
los anillos dorados de Perros-buitre
destellan sobre su cabeza inerte
como lisérgicas luciérnagas muertas,
acrecentando el fango creciente
con flores coloridas del oriente
que desploman sus sombras en el brillo
y mueren.


Así con las dóciles niñas
llevadas a los espinos,
así con los cofres ocultos,
las agujas hundidas, el plomo perdido:
un mancebo inocente
cae abatido,
el cemento golpea su frente,
los metales y gritos, sus oídos;
voces al cielo trepan el aire,
sirenas tardías remontan las calles,
pero ¿agitan tu sangre inerme,
o endulzan –acaso- tu sueño
Guerrero dormido…? 




(De "Patria Sangrante Aldea Enloquecida")