sábado, 13 de agosto de 2016

Lo invariable no cambia




Los niños de luto miraban
las maravillosas imágenes
Arthur Rimbaud

Más yo, altanera, con orgullo vano,
cual águila real a vil gusano,
contemplaba a los hombres
Gertrudis Gómez de Avellaneda


La esposa llora cebolla, la esposa es una yegua.
Les ha parido, invariablemente,
cuatro hermanos bastardos. Rojos.
Lo hizo a cuatro años del altar despojado de moral.
Delicadeza vuelta sucio lecho.

Esto aconteció hace ya cuatro siglos:
pero lo invariable no cambia
y lo maravilloso yace en la fotografía,
en el cromo que tampoco existe aún.

El esposo sonríe a sus hijos,
sonríe desde el ataúd a sus hijos azules;
los otros (los bastardos rojos) también están de luto
pero no aciertan a sentirse despojados.
Ni culpables.


(De “Arrebatos del Epígrafo”. Fotograf'ia: jrog)