Los
niños de luto miraban
las
maravillosas imágenes
Arthur
Rimbaud
Más yo,
altanera, con orgullo vano,
cual
águila real a vil gusano,
contemplaba
a los hombres
Gertrudis
Gómez de Avellaneda
La esposa llora cebolla, la esposa es una yegua.
Les ha parido,
invariablemente,
cuatro hermanos bastardos.
Rojos.
Lo hizo a cuatro años del
altar despojado de moral.
Delicadeza vuelta sucio
lecho.
Esto aconteció hace ya
cuatro siglos:
pero lo invariable no cambia
y lo maravilloso yace en la
fotografía,
en el cromo que tampoco
existe aún.
El esposo sonríe a sus hijos,
sonríe desde el ataúd a sus
hijos azules;
los otros (los bastardos
rojos) también están de luto
pero no aciertan a sentirse
despojados.
Ni culpables.
(De
“Arrebatos del Epígrafo”. Fotograf'ia: jrog)