Puedo sentirlos respirar templados,
próximos al fuego, timando sus ojos,
creyéndose casi protegidos aquí,
sólo por estar juntos, lejos de la tala y del frío.
En torno a mí sólo uno percibe el mensaje
a través de mis ojos muertos alguna vez,
jadeantes en este tiempo:
“Sobre los árboles protectores
del camino, Corderos-Lobo agitan el viento al gritar contra la Nube Níquel que
anuncia la tempestad; pero el eco es opacado por el humo de cigarro de los abhansados
perros-buitre, mientras golpean con el brillo de sus anillos una mesa cubierta
con papeles arrasadores de silencio. El Ejército de Humo devastará los valles
entonces, y quemará los árboles, el rocío, y secará los ríos, únicos espejos de
la luna, e indiferente desollará tus animales indefensos, sólo por cubrir
tontas vanidades en la noche.
Por la mañana temprano, mientras el cantar de los dioses escuchas y el
funesto amanecer quemado te cubre, plantas una semilla en el maizal y cuidas tu
herbaje para que el acervo sea llevado; alimentas a tus caballos con agua y
pasto, cuando súbitamente alzas la mirada y el plato cae de tus manos,
silencioso como el Cielo Ceniza:
Máquinas del infierno talan tus mares, puedes verlas raptando el horizonte,
estrepitosas, pesadas, firmes en el suelo, agitando contra el bosque sus brazos
imposibles, cuyos dedos dentados muerden el alba engullida por la insaciable
boca del humo, al tiempo en que crepita en el crepúsculo
el grito de la tierra.
Aturdidas y temerosas del cuchillo, tímidas criaturas del bosque huyen
bajo la tierra despavoridas, cada pequeña bestia percibe que el tiempo... ya no
es demasiado”.
Bajo la puerta se filtra el barro tibio;
un graznido amargo agita la aldea y el campo;
huelo niebla, me recuesto en el fango
cada día más húmedo y frío.
Escucho un canto en el llano lejano...
(de "Patria Sangrante Aldea Enloquecida". Fotografía: jrog)